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martes, 7 de julio de 2020

Esfínteres mentales


Fotografía: Ana Durruty

Del Pireo sólo recuerdo los malecones de cemento y la aduana con el chofer esperándome afuera. De Atenas casi no tengo memoria.

Parada en la Acrópolis bajo el sol griego mis short y blusa de algodón liviano eran perfectos para las fotos del recuerdo, pero nada apropiados para la solemnidad del momento. Sé que mi insolencia gatilló su molestia. Ella quería que yo vistiera de blanco; de larga y elegante túnica blanca. Necesitaba deshacerme de mis prendas oscuras, así que me desprendí lo más rápido que pude de todo lo que llevaba puesto.

Los guardias de azul se abalanzaron sobre mí, y la enorme masa de viajeros provenientes de todos los rincones del mundo reaccionó presta con todos los aparatos electrónicos a su alcance para generar una infinitud de imágenes que registraron el momento.

Pero no me importó demasiado. Ni poco, ni mucho.

Porque fue entonces cuando me habló Afrodita. Cuando desembarqué en El Pireo nunca imaginé que hablaría con una diosa; pero, así se dieron las cosas.

 (Atenas, Grecia)



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