Metafóricamente es posible encontrar un vínculo entre la literatura y la minería. Porque la obra escrita digna de ser denominada “literatura” debe tener raíces en el terreno profundo de la imaginación humana, antes de ser descubierta o revelada y obtener el reconocimiento de su valía.
El creador literario, tiene que tomar pluma y papel, para verter su obra, pero antes podríamos decir que debe cavar y escarbar, con el cincel de la agudeza, hasta llegar a la veta lírica de los contenidos ricos en creatividad. Luego debe “acarrear” estos tesoros hasta la boca del pique, antes de procesarla para que alcance la mayor pureza posible, que la haga valiosa a los ojos del mundo.
Allí la obra, como el mineral, siguen su ruta propia, lejos de las manos que la liberaron de su cárcel de oscuridades y olvidos.
Sin embargo, existen otras poderosas conexiones entre la literatura y la minería. Ha habido, y los hay, mineros escritores.
“Sewell”, la obra del escritor Baltazar Castro retrata la vida que él mismo experimentó en esa mina de cobre de la División El Teniente en la zona central.
En Chile, país de minas y mineros, el padre del realismo en la literatura nacional, Baldomero Lillo, creó una obra esencial basada en las condiciones de la minería del carbón en el sur del país durante el siglo XIX. “Sub Terra”, se convirtió en una película premiada a comienzos del siglo XXI: una muestra más de la trascendencia de este libro.
En el siglo pasado la explotación del cobre dio origen a obras como “Cobre” de Gonzalo Drago, y “Norte Grande” de Andrés Sabella. Otros autores han seguido sus pasos, siguiendo el triste destino de las oficinas salitreras abandonadas.
En la poesía chilena, los dos Premio Nobel, Pablo Neruda y Gabriela Mistral, dedican versos relevantes. El primero en su magna obra “Canto General”.
Como la realidad tiene reglas con raíces en la lírica del Universo, Codelco, la Compañía Chilena del Cobre, bautizó como “Gabriela Mistral” a la mina a rajo abierto ubicada en Sierra Gorda, región de Antofagasta, para honrar a la poetiza, donde siguiendo la huella de la escritora:
“Están redimiendo el cobre
con las virtudes del fuego.
De allí va a salir hermoso
como nunca se lo vieron
las piedras que eran sus madres
y el que lo befó por necio”